Ibn Battuta: el viajero incansable del Islam

Ibn Battuta fue un viajero y explorador musulmán que recorrió más de 120.000 kilómetros en el siglo XIV, visitando más de 40 países y regiones en tres continentes. Su obra, conocida como la Rihla (el viaje), es un testimonio único de la diversidad y la riqueza de las culturas islámicas de su época, así como de sus contactos con otros pueblos y religiones.



Ibn Battuta nació en Tánger, Marruecos, en el año 1304, en el seno de una familia de juristas. Desde joven sintió una gran curiosidad por el mundo y una fuerte devoción por el Islam. A los 21 años, inició su primera peregrinación a La Meca, el deber sagrado de todo musulmán. Sin embargo, lo que iba a ser un viaje de ida y vuelta se convirtió en una aventura sin precedentes que duró casi tres décadas.

En su camino hacia La Meca, Ibn Battuta visitó Egipto, Siria, Palestina, Irak e Irán, donde conoció a sabios, gobernantes, comerciantes y sufíes. Tras cumplir con su peregrinación, decidió seguir viajando por el mundo islámico, siguiendo la ruta de la seda hacia Asia Central, Afganistán, India y China. En estos países, admiró las maravillas arquitectónicas, las costumbres locales, las artes y las ciencias, y se relacionó con las élites y los poderosos, llegando a desempeñar cargos diplomáticos y judiciales.

Después de regresar a La Meca, Ibn Battuta se dirigió hacia el sur, explorando la península arábiga, el Cuerno de África y la costa oriental africana, donde se maravilló con las ciudades comerciales y los reinos swahili. Luego, cruzó el océano Índico hacia el sudeste asiático, donde visitó Malasia, Indonesia y las islas Maldivas, donde se casó con una princesa y fue nombrado juez supremo. Finalmente, volvió a China, donde presenció el auge de la dinastía Ming.

En 1349, Ibn Battuta regresó a su tierra natal, después de haber recorrido más de la mitad del mundo conocido. Sin embargo, su espíritu viajero no se apagó, y pronto emprendió nuevos viajes por el norte de África, al-Ándalus y el África subsahariana, donde conoció al famoso rey de Mali, Mansa Musa. En 1354, se estableció en Fez, la capital de la dinastía meriní, donde le dictó su Rihla al erudito Ibn Yuzayy, quien la redactó con un estilo literario y poético.

Ibn Battuta nació en Tánger, Marruecos, en el año 1304, en el seno de una familia de juristas. Desde joven sintió una gran curiosidad por el mundo y una fuerte devoción por el Islam. A los 21 años, inició su primera peregrinación a La Meca, el deber sagrado de todo musulmán. Sin embargo, lo que iba a ser un viaje de ida y vuelta se convirtió en una aventura sin precedentes que duró casi tres décadas.

En su camino hacia La Meca, Ibn Battuta visitó Egipto, Siria, Palestina, Irak e Irán, donde conoció a sabios, gobernantes, comerciantes y sufíes. Tras cumplir con su peregrinación, decidió seguir viajando por el mundo islámico, siguiendo la ruta de la seda hacia Asia Central, Afganistán, India y China. En estos países, admiró las maravillas arquitectónicas, las costumbres locales, las artes y las ciencias, y se relacionó con las élites y los poderosos, llegando a desempeñar cargos diplomáticos y judiciales.

Después de regresar a La Meca, Ibn Battuta se dirigió hacia el sur, explorando la península arábiga, el Cuerno de África y la costa oriental africana, donde se maravilló con las ciudades comerciales y los reinos swahili. Luego, cruzó el océano Índico hacia el sudeste asiático, donde visitó Malasia, Indonesia y las islas Maldivas, donde se casó con una princesa y fue nombrado juez supremo. Finalmente, volvió a China, donde presenció el auge de la dinastía Ming.

En 1349, Ibn Battuta regresó a su tierra natal, después de haber recorrido más de la mitad del mundo conocido. Sin embargo, su espíritu viajero no se apagó, y pronto emprendió nuevos viajes por el norte de África, al-Ándalus y el África subsahariana, donde conoció al famoso rey de Mali, Mansa Musa. En 1354, se estableció en Fez, la capital de la dinastía meriní, donde le dictó su Rihla al erudito Ibn Yuzayy, quien la redactó con un estilo literario y poético.

Ibn Battuta nació en Tánger, Marruecos, en el año 1304, en el seno de una familia de juristas. Desde joven sintió una gran curiosidad por el mundo y una fuerte devoción por el Islam. A los 21 años, inició su primera peregrinación a La Meca, el deber sagrado de todo musulmán. Sin embargo, lo que iba a ser un viaje de ida y vuelta se convirtió en una aventura sin precedentes que duró casi tres décadas.

En su camino hacia La Meca, Ibn Battuta visitó Egipto, Siria, Palestina, Irak e Irán, donde conoció a sabios, gobernantes, comerciantes y sufíes. Tras cumplir con su peregrinación, decidió seguir viajando por el mundo islámico, siguiendo la ruta de la seda hacia Asia Central, Afganistán, India y China. En estos países, admiró las maravillas arquitectónicas, las costumbres locales, las artes y las ciencias, y se relacionó con las élites y los poderosos, llegando a desempeñar cargos diplomáticos y judiciales.

Después de regresar a La Meca, Ibn Battuta se dirigió hacia el sur, explorando la península arábiga, el Cuerno de África y la costa oriental africana, donde se maravilló con las ciudades comerciales y los reinos swahili. Luego, cruzó el océano Índico hacia el sudeste asiático, donde visitó Malasia, Indonesia y las islas Maldivas, donde se casó con una princesa y fue nombrado juez supremo. Finalmente, volvió a China, donde presenció el auge de la dinastía Ming.

En 1349, Ibn Battuta regresó a su tierra natal, después de haber recorrido más de la mitad del mundo conocido. Sin embargo, su espíritu viajero no se apagó, y pronto emprendió nuevos viajes por el norte de África, al-Ándalus y el África subsahariana, donde conoció al famoso rey de Mali, Mansa Musa. En 1354, se estableció en Fez, la capital de la dinastía meriní, donde le dictó su Rihla al erudito Ibn Yuzayy, quien la redactó con un estilo literario y poético.


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